Sinués

Tranquila localidad de montaña en el recóndito valle de Aísa, en la margen derecha del río Estarrún, a 1.078 m de altitud, en la solana de una colina desde la que se contempla una hermosa vista de los montes poblados de pinares que la separan del valle de Borau, el escarpe desnudo de Peña Santiago enfrente y las impresionantes cumbres pirenaicas de Aspe y Collarada.

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Sus medios de vida han sido la ganadería y la explotación forestal, y en menor medida la agricultura, aunque las ruinas del viejo molino harinero aún pueden verse junto al cauce del río.
Formó municipio independiente hasta su incorporación al de Aísa en 1966. El fogaje que Fernando el Católico ordenó en 1495 daba a Sinués 28 fuegos. En 1857 tenía 228 habitantes y 172 en 1900. Contaba con 68 en 2004.

HISTORIA

De topónimo prerromano (quizá un antropónimo de origen vascón), su existencia no está atestiguada hasta el año 1030, cuando figura San Fructuoso de Senes como propiedad del monasterio de San Salvador de Puyó que Sancho III el Mayor donó al de San Juan de la Peña. Fue lugar de realengo casi sin interrupción hasta 1830 y entre 1215 y 1238 objeto del ataque de los nobles en rebelión contra Jaime I. Tiempo después su dominio recayó, por permuta con los reyes de Aragón, en Pedro Cornel (1276) y Rodrigo Jiménez de Luna (1289), aunque durante brevísimos periodos de tiempo, hasta que finalmente Jaime II lo recuperó en 1295.

ARQUITECTURA RELIGIOSA

La iglesia parroquial de San Pedro Apóstol es una notable fábrica de cantería (poco usual en la zona) levantada a finales del siglo XV-comienzos del XVI y uno de los escasos templos góticos de la comarca. Consta de una nave con capillas laterales y ábside poligonal, con sacristía adosada. Se cubre con bóvedas de crucería estrellada y a los pies se levanta un coro alto con el antepecho tallado con motivos renacentistas que comunica con la torre-campanario. El repertorio formal del gótico tardío se concentra en la portada, de complicada decoración flamígera, en la que dos esbeltos pináculos enmarcan un aguzado arco conopial que cobija una imagen de la Virgen, disposición inspirada en la embocadura de la capilla de la Santa Cruz de la catedral de Jaca y que repite la portada de la iglesia de Larués.

Las ermitas están dedicadas a San Miguel, en el cementerio, y San Andrés, en el monte homónimo, a la que se solía ir en romería.

 

ARQUITECTURA POPULAR

Atractivo conjunto urbano de bien cuidada arquitectura tradicional, en perfecta armonía con el entorno natural. Apiñado en lo alto, las casas unifamiliares configuran calles y plazas que se acomodan a las irregularidades del relieve, distribuidas en los barrios Alto y Bajo y del Fondón, donde estuvo la fuente.

El sabor pirenaico lo dan los oscuros muros de piedra (sillarejo y mampostería), que contrastan con el blanco encalado de los vanos pétreos, los tejados de losa y las monumentales chimeneas troncocónicas, con decorativas bocanas y espantabrujas (Casa Chuané, Casa Mingo, Casa de Juan Domingo). Abundan las portadas en arco dovelado, que alternan con otras adinteladas, talladas con la típica muesca de reminiscencias góticas que se repite en algunas diminutas y encantadoras ventanas. De interés son Casa Lorén, Casa Maño o del Herrero, Casa Gan, Casa Catalán, Casa Martes, Casa Coarasa, Casa Lucas, Casa Nastasio, Casa Rosa, Casa Molinero, Casa Aurora o Casa del maestro, y además hay magníficos ejemplos de bordas.

FIESTAS Y TRADICIONES

Las fiestas mayores se celebran el primer domingo de octubre por la Virgen del Rosario en cuyo honor se baila el dance (recuperado en los últimos años), y las menores el día de Santa Águeda (5 de febrero). Participa también